El balón en la ingle*

Todos los que jugamos fútbol sabemos que tarde o temprano vamos a recibir un balonazo, algunas veces será indoloro, muchas otras no.

Se podría escribir un ensayo completo sobre los balonazos, los hay de todos tipos, y pueden variar de acuerdo al material del balón, fuerza de impacto, situación en que se recibe, ¿clima? y sobre todo zona donde golpea, ya que esto traerá (si las hay) las consecuencias.

Detener un balón de cuero, mojado cuando el clima es frío, con tu humanidad es sin duda algo que nadie quiere sufrir, porque el ardor que queda en zonas como la espalda o cara es algo terrible, no sabes si tirarte al suelo a rodar, retorcerte, salir corriendo o simplemente quedarte inmóvil, no importa lo que pienses, el dolor sigue ahí, y se desvanece poco a poco, pero esos primeros instantes son mortales.

Uno como futbolista no siempre ve con malos ojos el recibir un balonazo, a pesar del dolor que puede provocar. Si salvaste a tu equipo de recibir un gol, o detuviste un disparo que amenazaba tu arco seguro festejarás (y te festejarán) más de lo que lamentarás.

Una de las labores principales de los defensas es, al ver que alguien se enfila a disparar contra tu arco, salir lo más rápido posible para evitar a cualquier costo que ese balón pase, de preferencia, tratas de acercarte lo más posible para que el balón te golpee en el pie o debajo de la rodilla y no provoque ningún dolor; si te tardas un poco más, bueno, te pegará en el muslo, abdomen, cara o cualquier otra parte del cuerpo, pero si el esférico no va hacia tu portería después de golpearte (o si aún va, pero con su velocidad reducida) tú podrás sentirte satisfecho.

Es por eso que marcas como esta:

Pueden ser consideradas incluso como trofeos. Si 7 horas después del final del partido tu pierna todavía se ve así, sabes que durará mínimo 4 días, y sólo piensas: “que chingón la tapé”.

Pero como toda regla tiene su excepción, hay un tipo de balonazos que de ninguna forma festejamos: en los huevos.

Sí, este fin de semana me propinaron el balonazo en los huevos más doloroso que jamás me hayan dado, tuve que salir del partido por algo así como 5 minutos. Pero ya hablé mucho de mi mismo, así que dejaré que sea alguien más quien les hable de mi:




Crónica del balón en la ingle... de Mulder

(por Angel, compañero de equipo)

El partido era reñido, y el ambiente pesado, enfrentábamos al equipo al que le ganamos la final pasada, así que ellos venían a hacernos morder el polvo a cualquier costo. Nuestro nuevo defensa Mulder estaba en la cancha y el partido transcurría en su primera parte.

De pronto un delantero del equipo rival recibió el balón con bastante espacio, así que se dispuso a disparar en contra de nuestro arco. Vi como Mulder salió corriendo velozmente a detener su disparo, cubriendo una trayectoria que se interponía entre el balón y la portería. Por un instante creí que nuestro jugador iba a despojar del balón al rival, pero sorpresivamente el ofensivo sacó de la nada un potente disparo que fue directo a estrellarse en los... sí, en los huevos del buen Mulder.

Por inercia de la jugada el balón salió de la cancha y los dos jugadores cayeron al suelo, dada la fuerza del balonazo, consideré que Mulder no se iba a levantar, pero grande fue mi sorpresa al ver que de inmediato, casi como si hubiera rebotado, estaba de pie de nuevo, lo único que pensé fue: “¡Ay, que valiente!”.

Pero ni una décima de segundo después Mulder comenzó a hacer gestos y a cojear hacia fuera de la cancha, donde se quedó tirado por unos 3 minutos.

Tras ese período de recuperación, comenzó a caminar lentamente hacia la banca, donde me encontraba yo, ahí se quedó acostado por unos dos minutos, hasta que supe que ya estaba bien gracias a su comentario: “Sóbame, ¿no?”.

Un minuto después ya estaba de regreso al campo, soportando el peso de las heridas.




¡¡¡¡Ay DOLOOOOOOOOOOOOOOOOR!!!!, no mamen, no saben lo que se siente, mujeres, son afortunadas de jamás poder sentir eso. Es una sensación apremiante que recorre tu vientre, duele hasta el ombligo y se extiende casi hasta las rodillas.

Una de las peores partes es que incluso horas después de que el dolor ha desaparecido, tu cerebro recuerda el momento haciendo que los nervios se estremezcan de nuevo y tú sólo puedes decir: “¡¡¡Ayyyy mis huevitos!!!” (lo de “huevitos” es de cariño, claro).

Eso sí, listo para la batalla, venga el próximo juego y a seguir saliendo sin miedo. Y todavía hay gente que se atreve a decir que el fútbol es para putos, ¡ja!



*El que no sepa a que hace referencia el título de este post se merece eso, un balonazo en la ingle.

Mulder: pero si yo sí sabía, ¿por qué me tocó a mi?