17 junio 2006

Luz

Aire cálido, denso, difícil de respirar. Cada inhalación es una lucha constante entre mis fosas nasales y mi traquea que tienen que transportar hacia mis pulmones algo que más bien parece un fluido espeso que un gas.

La temperatura es alta, molesta, asfixiante. Incluso al flexionar los brazos puedo sentir como de inmediato se empieza a formar el sudor en las partes donde la piel del antebrazo se une con la zona más baja del bíceps.

No hay luz. Años sin luz. El sentido de la vista es inútil, ni si quiera puedo ver mi mano extendida a 10 centímetros de mi cara. Me muevo a trompicones, prueba y error, caigo y me vuelvo a levantar, no hay una vía conocida, no hay un destino, sólo me muevo. Vivo bajo estás condiciones.

Siempre ha habido promesas de un gran sol. Este sol saldría algún día para acariciarme con sus cálidos rayos, me permitiría experimentar de nuevo el sentido de la vista, traería consigo tardes calurosas donde tendría que buscar refugio bajo la sombra de un árbol, un árbol grande, frondoso, de tronco ancho, corteza gruesa, verdes hojas suspendidas en amplias ramas donde se anidarían aves y cientos de animales que sin duda harían de la ocasión una experiencia sonora indescriptible. Así es, la cantidad de sonidos que se escuchan ahora son muy pocos, sonidos secos, apagados, sin vida.

Este sol también daría vida al ciclo del agua, sin duda habría lluvias, podría correr y mojarme como un niño de 4 años que comienza a descubrir este fenómeno natural. Agua que cae del cielo. El olor a tierra mojada, la fuerte tonalidad que adquieren los colores de la naturaleza al haber sido humedecidos recientemente, el relajante sonido del agua cayendo en medio del bosque. Pensándolo bien, sería un niño de 4 años descubriendo la lluvia, no recuerdo la última vez que viví una precipitación de este líquido.

También se dice que la comida sería muy diferente, podría cultivar mis alimentos, habría una gran variedad de plantas, las pocas que sobreviven son las que se han adaptado dejando atrás el proceso de la fotosíntesis para asegurar su supervivencia. No más perseguir ratas a oscuras, chocando y cayendo mil veces antes de atraparlas para poder llenar esa sensación de vacío en el estómago. Todo ese se dijo, se prometió, creo que esto llegará algún día, ese sol tarde o temprano aparecerá por el horizonte y me sonreirá, yo, en un gesto más que amable sonreiré de vuelta cuando decida verme a los ojos.

He escuchado hablar de esto durante mucho tiempo, tanto como para comenzar a dudar que llegue a pasar algún día, sin embargo, me gusta creer, quiero creer.

Y así, un día mientras me muevo (es imposible quedarse siempre en el mismo lugar, soy un nómada), de repente diviso un haz de luz. Es lejano, seguro no tan brillante, pero bajo las condiciones en las que he vivido últimamente, la más mínima partícula luminosa hubiera sido suficiente para hacerme creer haber visto una enana blanca.

Instintivamente me dirijo hacia la fuente, se trata de un punto, no, un círculo, no, un arco. ¿Qué es esto?, cruzo por él y me encuentro con un espectáculo increíble, maravilloso, mis ojos apenas y se pueden mantener abiertos con tanta luz, es una noche despejada en la que las estrellas me sonríen y tratan de seducirme cada una desde su posición. ¡Dios!, cada una es tan brillante, tan hermosa, hay cientos, hay miles, hay millones, de diferentes colores, de diferentes tamaños, incluso de diferente intensidad. De nuevo ¡Dios!, una hermosa noche estrellada, la luz que me ofrecen es suficiente para distinguir perfectamente todo lo que hay a mi alrededor, colores, puedo ver los colores, plantas, animales, árboles, pasto, el cielo, aves, veo todo; escucho una cigarra, y por allá el aullido de un lobo, un río pasa cerca, todo esto es mejor de lo que imaginé. Y una vez más ¡Dios!, el aire es tan fresco, tan ligero, huele tan bien, es una delicia respirar este aire. Es entonces cuando me doy cuenta, volteo, he estado viviendo bajo tierra, sometido a lo que me dijeron sería algún día, resignado a esperar por ese destino, jamás imaginé si quiera que las cosas podrían ser diferentes, diferentes en el buen sentido. He sido tan estúpido y tan pesimista. Todo el tiempo este universo ha estado aquí, y yo viví encerrado en mi prisión, una prisión más mental que física.

Ahora soy libre, descubro este mundo que siempre ha estado aquí, mis ojos aún no se acostumbran del todo a la luz, ¡pero que importa!, echo a correr, sin destino, sin dirección, ¡que importa!, todo es real. Grito desesperadamente de júbilo, de emoción, de vida.

Entonces sucede, detrás de unas montañas hay algo que se asoma lentamente, opacando las estrellas, trayendo calor, reviviendo los ya de por sí vívidos colores, animando el panorama, me extiende un rayo en forma de saludo y sonríe, juro que sonríe. Es un sol, no, es un Sol, completamente diferente al de los relatos, ohhh grandioso y mil veces mejor Sol. Yo le sonrío de vuelta mientras una lágrima rueda por mis mejillas. Luz. Luz. LUZ.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me recordó al libro de Nod, cuando Cain es expulsado a la oscuridad. muy verga el relato.

Anónimo dijo...

no me habia fijado pero tienes un link a club necaca.com?? jaja no me chingues la amistad!!

El Mulder dijo...

¿Y qué chingados esperas?, ¿a que se alineen los planetas?

No me vengas con mamadas, hace 6 meses te lance un reto público en este blog y ni si quiera te asomaste, ¿por qué habría de ser diferente esta vez?

Ya ni siquiera sé por qué te contesto, simplemente dejaré de hacerlo.

The Nuclear Messiah dijo...

golpes! golpes! a partirse la madre cabrones!

OI OI OI!

witty berries dijo...

a poner las cosas en su lugar, y a escribir de nuevo mulder...

Diablorama dijo...

hackers, wow.

Elizabeth dijo...

yo tambien estuve, estoy en una prision ... pero la mia me gusta
saludos

Vania♥! dijo...

Me gusto tu blog =)