¡¡¡La Maaaanga Que!!!

No digo nada ni siquiera medianamente sabio si digo que los hombres, como raza, podemos crear la cosa más genial, o la más estúpida. Inventos que nos facilitan la vida y nos la hacen más placentera, tenemos algunos que sólo sirven para perjudicarnos y ponernos a unos contra otros –aún estos los entiendo-, pero ¿qué pasa con aquellas cosas que aparentemente no tienen utilidad alguna?

No pienso mencionar varios el día de hoy, solamente uno que en especial me irrita, no se por qué, pero ¿qué puede ser más inútil e innecesario que un… CHALECO?

A ver, hagamos una lista de los usos de un versátil chaleco:

- Para quitar el frío… frío mis huevos (y eso porque no les da el sol). No se a ustedes, pero a mí cuando me da frío, las primeras partes donde se siente es en las orejas, nariz, manos y antebrazos. Si los chalecos sirven para cubrirse del frío, ¿por qué no cubren antes los brazos que es donde se siente primero?

- Para verse fashion… las playeras generalmente traen estampados con diseños que seguramente son de tu agrado, no creo que alguien use ropa que nomás no le gusta, así que, ¿para qué tapar algo que te gusta?, ¿acaso las mangas son tan chingonas como para andarse presumiendo sin necesidad de mostrar lo demás?, si te pones un chaleco sin ponerte nada abajo ya no eres ridículo, eres mamón.

- En el caso de los chalecos de traje de vestir lo entiendo, pues le agregan cierto sentido “elegantioso” al asunto, pero es el único caso donde le veo cierta aplicación.

- Quizá el mejor uso que he encontrado para un chaleco es en la absurda pregunta: “¿de qué color son las mangas del chaleco blanco de Napoleón?”, por supuesto, nunca falta el idiota que contesta: “¡¡¡blancas!!!”, con tal entusiasmo y rapidez que pareciera estar en un programa de televisión de esos que ponen a prueba tus conocimientos para ver que tan vergudo inteligente eres.

Simplemente no imagino como habrá sido la invención del chaleco: “viejaaaaaa, mira lo que hice, le corté las mangas a esta camisa y quedó retepadre”. Seguro con el paso del tiempo, a algún otro sastre-genio se le ocurrió poner un relleno afelpado y ¡zaz!, nuestro primer chaleco en la forma más común en que son conocidos actualmente, porque también hay chalecos de mezclilla, chalecos salvavidas (estos a veces sirven, pero ya estamos hablando de otro asunto) y hasta chalecos para perro (¿uh?).

No puedo evitarlo, cada que veo a alguien vistiendo un chaleco me transformo en un Aristóteles moderno que se queda horas pensando en el por qué la existencia de esta inútil y poco vistosa prenda.





Pero…. ¡¡¡¿por qué?!!!, ¡¡¡¿para qué?!!!