07 noviembre 2005

Cuando Sea Grande Quiero Ser...

Ahhh, dulces tiempos aquellos en los que soñabas con lo que sería la profesión que te daría de comer sin pensar en todo el trabajo o impedimentos que implicaba el llegar a desempeñarse como tal. Simplemente lo deseabas, decías: “Yo voy a ser…” y era todo, podías verte perfectamente desempeñando esa labor, que en nuestras fantasías, era perfectamente placentera.

Yo recuerdo muy vagamente que la primer ilusión que yo tenía al respecto era la de llegar a ser un ingenioso, trabajador, amable, fuerte y chiflador albañil. Sí señor, yo quería ser todo un albañil, cargar tabiques todo el día, hacer paredes, conocer las mejores formas de adular a una mujer, echar la mezcla, etc. etc. etc. ¿Por qué?, pues porque le quería hacer una casa a mi mamá, ¿pues por qué más?. Debo admitir que a la fecha tengo muchas habilidades de un buen albañil (desayunar submarinos de vainilla y una mirinda, manejar un amplio vocabulario e interrumpir cualquier actividad que este realizando si una bien proporcionada fémina se cruza en mi camino).

El final de esta etapa llegó cuando me di cuenta que era más fácil comprar una casa que construirla a tu antojo tabique por tabique. En este momento es cuando entra mi época filantrópica. Decido ser doctor. A huevo, un pinche doctorcito en la familia, el sueño de toda madre. ¿Por qué doctor?, pues para curar a la gente chingao, ahí voy yo con mi buena fe, sirviendo a los demás carajo. Afortunadamente eso se me quitaría después. Pero ya imaginaba yo diálogos más o menos así:

–Oiga Doc, me duele aquí.
–Pues tómese dos de estas y mañana va a andar como si nada señito.

Decidí no ser doctor cuando descubrí que prepararse para esta profesión es cosa de 7 años mínimo, ya incluida la especialidad. Además, ¿cómo ser doctor si se puede ganar dinero vistiendo máscaras y volando por los aires mientras le partes la madre a otros cabrones?. Definitivo, mi nueva profesión era luchador. Ahhh, pero no cualquier luchador pendejo. Yo iba a ser el Hijo de Atlantis, si ñor. Seguramente le iba a partir su madre a Pierrot Jr. y al Hijo del Santo (si, Hijo con mayúscula, es nombre propio, nombre de luchador pues). Y así comencé a practicar, todos los domingos a las 9 de la mañana, invariablemente, mi hermano y yo nos poníamos de acuerdo desde mi cuarto, salíamos corriendo mientras lanzábamos al aire un poderoso grito de guerra: “Ahhhhhhhhhhhhh” y entrábamos al cuarto de mis papas (estuvieran despiertos o no) a meterle sus madrazos a mi papá. Nunca he fracasado tanto en algo como en esto. Jamás pude aplicar una “de a caballo”, una “urracarana”, “quebradora”, ya no digamos “quebradora en lo alto” (llave propia del maestro Atlantis), “torniquete”, o cualquier otra. De hecho, y debido a que mi progenitor jamás nos dejó ganar ni peleó suavecito (nos hacía llaves que no mamar, nos rendíamos porque las lágrimas ya estaban a punto de salir), nosotros en desventaja, en cuanto nos soltaba, lanzábamos el grito de: “no me rindo ¡NOOOO!” y ya estábamos de vuelta en el cuadrilatero (cama tamaño King Size). O como olvidar que mientras te aplicaban una llave solo volteabas a buscar a tu compañero y gritabas: “Amigo, amigooooo, ayúdame”.


Pie de foto 1: El mismísimo Hijo de Atlantis
Pie de foto 2: ¿Por qué todos los monitos de luchador vienen en esta pose?

Ahhh, que bonito, todavía quiero ser luchador, pero sabedor de que esto era difícil de lograr, le tomé gusto a la arquitectura, como me agradaba hacer rayones a los que yo llamaba dibujos ya me sentía todo un diseñador. Y así duré gran parte de mi adolescencia, hasta que, en primer semestre de preparatoria tomé la materia de Dibujo Técnico, y después Dibujo Técnico II. No, que hueva, enorme hueva andar haciendo rayitas con precisión milimétrica, y además (por si esto no fuera suficientemente difícil) cuidando que no se manchara la chingadera de lámina (plano). Eso no era lo mío.

Después quise ser escritor, y por supuesto, como todo buen mexicano, futbolista, solo que creo que este país no me merece, no dentro de un campo de juego. Finalmente, y no me arrepiento, opté por las computadoras, quienes estuvieron ahí a lo largo de todas esas etapas. Pero éstas últimas ya no importan tanto, el objetivo de este post era recordar aquellas profesiones soñadas durante la infancia. Y afortunadamente nunca fui el típico niño que soñaba con ir a la guerra o al espacio.

Ahora, bueno, ahora soy lo que quiero ser (les doy una pista: un chingón).

15 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja es verdad eres como el hijo de atlantis desnutrido, pero ahh que bonito post, me recordaste cuando jugana con mi hermana a las luchas!!..........queee?? no solo las barbies eran divertidas!!!

Anónimo dijo...

jugabaaaaaaaa perdon

Luis dijo...

¿Y en que momento decidiste que cuando fueras grande te la ibas a comer?

Anónimo dijo...

no lo decidió.. se dio con el tiempo.

y al empezar ya no pudo parar.

Anónimo dijo...

noooo...
lo que pasa...
es que ser comeñongas vino juntito en todas esas etapas, así como las computadoras...

Lemus dijo...

el hijo de atlantis se la comeeeeeeeee!!!!

Chingasatt dijo...

Pues el hijo de Atlantis se la come!!! igual que su apa, que va a perder la mascara ante el chingo Dr Wagner Jr ^_^

Anónimo dijo...

wouuu..el mismisimo Muñeco Diabolico...al desnudo.

Anónimo dijo...

::~ uh ?????

Anónimo dijo...

En el Blog de el Huevo, Existe una trivia pregunta. Nada mas entre a tu blog para corroborar que la respuesta correcta es

C
MULDER SE LA COME

Saluditos

Anónimo dijo...

¿Mulder se la dejará de comer algún día?

Diablorama dijo...

el hijo de atlantis se la come?

Anónimo dijo...

Buho quería ser surfer...

Essex dijo...

yo cuando era morro estudiante, queria ser... pos eso, morro estudiante, y, ¿adivina?

sip, sigo siendo morro estudiante.

Starjammer dijo...

yo queria ser grande....

pero me quede bien pinche chaparro.