08 junio 2005

El Día Que Deje De Robar

Yo era un mocosillo de 4 años de edad. Iba al kinder Tohui (si, como el pandita ese), que estaba a 3 cuadras de mi casa. A una cuadra de mi casa, y entre ella y el kinder vivía mi primer amigo (todos: ahhhhhhhh!!!!), Rafael.

El era un niño güerillo, de ojos verdes, frentón, cagado, bien ñoño, miedoso de todo, chillón y sensible. Aún en segundo de primaria se ponía a llorar a media clase si se le rompía la punta del lápiz.





Pero bueno, me estoy adelantando, íbamos en segundo de kinder, mi primer año escolar, llegaron las épocas decembrinas y con ellas una fiestesilla en la escuela, con pastel, juegos, piñatas, sombreritos que lastiman con su pinche resortito blanco, música fenomenal acorde a la edad (léase éxitos de Topo Gigio y el Cepillin Unplugged), etc.

Lo chingón es que (¿qué no era chingón a esa edad?) las piñatas a parte de dulces traían JUGUETES!!!, NO MAMES!! JUGUETES Y DULCES!!!!, el mejor día de mi vida, jajaja. Bueno, pues llegó la hora de romper las piñatas, debo confesarlo, yo nunca fui de los que las rompen (y que bueno, por que siempre ese güey es de los que menos agarra, aunque le queda el orgullo de decir: “yo le rompí su madre, soy bien fuerte”, bueno, eso pero más bonito, en lenguaje de niños), solo que como buen atascado que soy, siempre estaba a las vivas, para que, ante la menor seña de que “el tesoro” caería al suelo, lanzarme en forma pecho tierra, para que nadie pudiera agarrar lo que estaba debajo de mi, y tomar primero con las manos todo lo que estuviera a mi alcance, para después comenzar a recoger lo que estaba debajo de mi.

Pues bueno, sobra decir que ese día me fue bomba, un chinguero de dulces, otro chinguero de juguetes, pocos momentos tan felices como ese en mi vida. Pero en contraste, mi amigo Rafa, que era (debo decirlo en honor a la verdad), bastante jotillo, no se animó a lanzarse al suelo a recoger nada, ni siquiera se hincó, es más, ni se acercó, solo vio como toda la bola de mounstrillos nos aperrramos e instantes después celebrábamos con nuestras nuevas pertenencias. ¿Qué hizo?, pues lo que todo niño de sus características y de su edad hubiera hecho, comenzó a llorar, un pinche llanto tan sincero y con tanto sentimiento que me conmovió hasta el fondo de mi pequeñito corazón, y como yo no soy nada envidioso, decidí regalarle una pistolita de juguete que me había ganado. El la tomo, sonrió, me dio las gracias y se puso muy feliz (me cae que qué bueno soy, que suerte tienen los que me conocen).

De rato llegaron nuestras jefas, y el buen Rafa le contó a su mamá lo que yo (repito, YO) había hecho por el, y como prueba de su agradecimiento me invitaron a comer, así que me fui con ellos a su casa. Comimos, jugamos, hicimos sabe cuanta pendejada, éramos niños, cualquier cosa era buen pretexto para reírse (snifff!), y de rato comenzamos a jugar con la pistolita que yo le había regalado. Mientras más la veía, más la tocaba, más jugaba con ella y más la disparaba, más me gustaba, y mayor fue mi dolor al ver que entre todos los juguetes que gané, yo no tenía una igual. Juro que ese inocente objeto comenzó a hablarme, “tómame” me decía, “llévame contigo”, “te vas a divertir”, y yo la seguía viendo y cada vez se veía más bonita (chingona diría ahora).

¿Qué hice?, pues cuando mi gran amigo y hermano del alma Rafa se apendejó me la guarde en la bolsa, me despedí de el, de su jefa, de su carnal, tome mis juguetes, mis dulces y a mi casa, “que al cabo yo se la regalé”, pensé, y que bien me funcionó como pretexto.

Apenas entré a mi casa, saque mi más nuevo juguete nuevo y órale!!, a dispararle a todo, a la tele, a los jarrones de mi mamá, a mi mamá… mala idea, ya que en cuanto vio el juguete me pregunto de su procedencia, “me lo gane en la piñata” contesté, pero como todo buen niño emocionado (alucinado es la palabra), yo ya le había mostrado todo lo que me había ganado, pero en esos momentos la pistolita era de Rafa, así que ella no lo había visto, “¿De dónde la sacaste?”, volvió a preguntar, yo comencé a sudar, la presión era mucha, no sabía que hacer y… me quebré.

-De casa de Rafa mamá.
-¿Y por que te la trajiste?
-Por que yo se la regalé (ahh, que pendeja sonaba esa excusa ahora, ¿por qué había funcionado tan bien antes?)
-Pues si se la regalaste ya es de él, tu no tienes que hacer nada con ella. Eso se llama ROBAR, y a los rateros los meten a la cárcel, ¿quieres que te metan a la cárcel?
-(Al borde de las lágrimas) no mami.
-Pues tú acabas de robar, voy a llamar a la policía para que te lleven (mientras descolgaba la bocina del teléfono que todavía era de los de marcación de ruedita, no estén fregando, no me acuerdo como se llaman, pero sonaban así: shuuuuuit, tucutucutucutuc, shuuuuuit, tucutucutucutuc, shuuuuuit, tucutucutucutuc).
-No mami, por favor, no (mientras la detenía para que ya no marcara).
-Bueno, pero ahorita mismo vas a ir a casa de Rafa, vas a tocar, le vas a regresar su juguete y te vas a disculpar con el y con Carmelita (así se llamaba su mamá).
-Pero me da pena, te prometo que no lo vuelvo a hacer
-No lo vas a volver a hacer y se lo vas a regresar, ándale o le llamo a la policía.

Juro que en ese momento me imaginé en la cárcel, encerrado, también a la patrulla trepándome (si, de 4 años!!!), y seré, perdón, era ratero, pero no pendejo (bueeeeno), y decidí ir a regresar la pistolita (que al cabo ni estaba tan chingona) y disculparme.

Ahí voy, yo solo, caminando la cuadra entre mi casa y la suya, todo agüitado, pensando en las palabras correctas. Cuando llegué, toqué el timbre, y salió Carmelita.

-¿Qué paso Jorgito?
-Es que… este… es que… hummm, hace rato que vine a jugar me llevé por error este juguete de Rafa, pero se lo vengo a regresar.
-Ahh muchas gracias Jorgito, que buen niño eres, yo se lo doy.
-Gracias, adiós.
-Adiós Jorgito

Y desde ese día, jamás (bueno, casi nunca) volví a robar, GRACIAS JEFA!!!!.




Yo de mocoso, y como pueden ver desde entonces era un galán, ese estilo desaliñado mataba!!!. Al fondo mi jefecita santa, en el sillón mi abuelita, y conmigo, no se quien es, pero se ve que se está pasando el tiempo de su vida, ¿a poco no?.

11 comentarios:

Luis dijo...

jajajajaja, tu jefa rulea, eso de amenazar a un niño de 4 años con llamarle a la policia y MARCAR no tiene madre, jajajajaja.

Changos dijo...

Jajajaja, y eso que no contó de cuando nos corrió de la casa jajaja.

Está rechido este post carnal.

witty berries dijo...

mulder estas como para comerte a besos!!!! ah no! perdón estabas.... (??? ehh...) bueno aunque te choque que te lo diga que precioso! no habia escuchado historia mas tierna desde hace mucho, esta genial me hizo reir muchiissismso
cuidate mucho

El Mulder dijo...

Jeje, esa de cuando nos corrió es buenísima también, jajaja, no mames, nomás me acuerdo y me cago de risa, y pensar que la jefa todavía se arrepiente y nos pide disculpas por eso.

Mehnnina (¿lo escribí bien?), gracias por tus comentarios, pa que se vea que de niño si era simpático (y ratero).

monnstruck dijo...

Jajajaja. ¡QUE BONITO POST! De huevos eso de la amenaza.

Anónimo dijo...

No mames compa, ¿a poco desde chamaco tienes la cara de joto?. Seguramente el Rafa ese no era tu camarada sino tu novio, jaja.

El Mulder dijo...

A huevo puto, pero luego deje de ver a ese güey y llegaste tu.

Anónimo dijo...

jajaja no mames, eso es de verdad lo que a todos nos ha pasado (lo de encariñarse con juguetes ajenos, robar nada más tú) y para conocimiento general y modo de estar chingando debo de decir que el teléfono que dijiste es el de pulso mm yo tenía uno de los que se colgaban en la pared y tenías que hablar con la pinche bocina en el oido y parado como pendejo frente al aparato ya que el microfono estaa incrustada en esta madre *se siente viejo*

JaZzY dijo...

Jajaja shiale q cosas.. entre tu blog y el d el Changos me da como miedo tu mami la pintan regañona :S jajajaja

Y a ver cuentanos la vez q los corrio de la casa xD queremos saber!!!

Lemus dijo...

Se me hace que tu y el tal Rafa train algo raro. Eso de pelearse por la "pistola" del amigo esta medio extraño.
PD: Huevos

Taquero Narcosatánico dijo...

Sniff! Cuando robé mi mamá aplicó la misma. Voy a chillar.